POR LA ESTRADA N2 PORTUGUESA

Día 20. PRIMER DÍA DE RUTA





No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas (Séneca)

 

Nos presentamos: Somos Roberto y Josantonio, ambos "Cordeiros", unidos por varios vínculos: el familiar, porque somos sobrino y tío; la pasión por las motos  para rutear sin prisa; nos gusta el buen yantar y el buen beber... y, sobre todo, pasarlo bien... La aventura por la aventura, en donde lo importante será siempre el buen rollo; recorrer, no correr; el camino frente a la meta... En la línea de Santa Teresa cuando escribió aquello de "Nada te turbe, nada te espante..."
 
...Porque vivimos con prisa, corriendo siempre o casi siempre en pos de algo. El grito del despertador es como el disparo de salida para una carrera que dura todo el día. Miramos el reloj, seguros de que llegaremos tarde. Medimos nuestro tiempo en minutos, en segundos que vuelan.  ¿Qué es un reloj? Una forma de parcelar la existencia en fragmentos definidos y actividades reglamentadas. Un adorno con funciones policiacas. Siempre hay algo que hacer, algo apremiante que en un futuro inmediato nos espera. ¡Y cómo tardan en llegar las respuestas a nuestros mensajes! ¡Cómo tarda en encenderse el ordenador! ¡Cómo tarda en cocerse el arroz! ¡Cómo tarda en moverse el plasta del coche de adelante cuando el semáforo se pone verde!...¡Ainsssss! ¡Relax my friend!...
 
Todo comenzó unos meses atrás, cuando en la sobremesa de una cena familiar sale a la palestra la posibilidad de realizar una ruta por la Estrada N2 portuguesa, "la 66 de Portugal", por su belleza y por los comentarios de otros amigos moteros que nos han comentado las lindezas de este camino portugués que el año pasado cumplió 75 años... Y así,  lo que comenzó siendo una simple idea  entre los efluvios por los chupitos de ron, poco a poco se va fraguando en una realidad... Había que poner una fecha para que cuadraran los permisos,  y  aquí estamos…"Alea iacta est".
 
Así que ahora sin prisas, sin estridencias, con parsimonia... A disfrutar ¡A vivir!... y que suene "Born to be Wild" (Easy rider, Steppenwolf) 😏
 
Comentar que la N2 recorre el país de norte a sur, una auténtica columna vertebral de poco más de 739 kilómetros desde Chaves hasta Faro (739,260 Km.), aunque la ruta oficial sugerida supere con creces los 1.000 Km. Nuestro propósito es seguir fielmente esa propuesta de la “Associaçao de Municipios de la Rota da Estrada Nacional 2”, aunque ello implique salir y volver de la N2 sumando kilómetros… y sumando experiencias... Y para los seguidores de la mítica ruta más larga del mundo, la 66 americana, la EN2 es la tercera. Algo de morbo ya da.
 
Varios tramos de la EN2 tienen su origen en las principales calzadas romanas de Lusitania. Sin embargo, el proyecto de realizar una gran carretera que recorriera el país de lado a lado surgió durante el régimen dictatorial del Estado Novo y la carretera fue constituida como tal en 1945.

La Estrada N2 atraviesa 11 distritos (lo que en España conocemos como provincias), 35 concelhos11 ciudadesvarios ríos (entre ellos los dos más importantes del país: el Duero y el Tajo) y algunas de las sierras portuguesas más importantes, como la de Montemuro o la de Lousa.

Como vivimos bastante retirados (Cádiz y Madrid), elegimos un punto de encuentro, y así, el 20 de septiembre a las 11.00 horas nos encontrarnos en el "Cruce de Arapiles" (A-66, Km. 348) y, tras un cafelito, iniciamos nuestra subida hasta Chaves, Portugal, donde nos esperaba el kilómetro 0 de la mítica N2 portuguesa tras una paradita técnica en la plaza mayor de Tábara (Zamora), para alimentarnos y alimentar nuestras monturas.




Chaves se encuentra a 10 km de España, accediendo por la frontera Chaves/Verín. Realmente, y salvo por el cartel indicador, uno no llega a distinguir cuando se sale de España o se entra en Portugal; ni las gentes ni los paisajes... Atrasamos nuestros relojes una hora y nos disponemos a buscar nuestro alojamiento.
Una vez que nuestras motos estuvieron descansando en el hotel, y tras soltar nuestro atalaje, fuimos a recoger nuestros pasaportes y obtener la primera "carimba" o sellado; el primero de las 35 localidades que íbamos a visitar, porque antes de partir, y para que quede el recuerdo de haber pasado por estos lugares tan interesantes, se hace necesario llevar el pasaporte que se puede obtener en la oficina de turismo y, a partir de ahora, no se nos olvidará  buscar el sello que constate nuestra presencia y dé fe de nuestro paso a la vez que recordar con cariño las experiencias vividas.


Ya con nuestros pasaportes, toca perderse por esta preciosa ciudad situada a orillas del río Támega y visitar la sede del Templo N2, "visita obligada" para conocerla y para recibir información y consejos sobre nuestra ruta.

Chaves nos ha sorprendido gratamente por su impresionante fuerte de São Neutel, el grandioso puente de Trajano magníficamente conservado con sus 140 m. de longitud y un casco antiguo o Barrio del Castillo muy mimado con sus coloristas "varandas". 
Los edificios más notables de la ciudad se agrupan en torno a dos plazas, la Praça de Camões y la Praça da República, donde lo mejor es callejear, sobre todo por la Rua Direita, que es la calle principal del Barrio del Castillo. A mitad de la Rua Direita se abre una plaza: la Praça da República, en cuyo centro se alza el Pelourinho, la picota o rollo de justicia de estilo manuelino que representa el símbolo de la independencia judicial que alcanzó Chaves. (Para saber más sobre Chaves, pulsa el siguiente enlace: Qué ver en Chaves)

 




Y a orillas de este río, Támega, y junto al puente de Trajano, en la alameda que lleva su nombre, nos regalamos unas buenas cervezas y una buena cena con sus copitas de rigor en la terraza del "Sétima", donde el buen trato, el ambiente y la música fueron un placer para los sentidos.


DÍA 21. SEGUNDO DÍA DE RUTA

CHAVES-VILA POUCA DE AGUIAR-VILA REAL-SANTA MARÍA DE PENAGUAO-PESO DA REGUA-LAMEGO-CASTRO DAIRE-SAO PEDRO DO SUL-VISEU

 

"A donde quiera que vayas, ve con todo tu corazón" (Confucio)
 
Comenzamos nuestro segundo día de ruta después de un buen desayuno en el hotel. Siempre vamos a procurar buscar hoteles con un parking para nuestras queridas motos y, si es posible, con el desayuno incluido. Aunque llevamos un pequeño plan marcado sobre qué queremos visitar cada día y cuantos kilómetros vamos a recorrer, estamos abiertos a la improvisación y a aprovechar siempre la oportunidad del momento; más que nunca, nos dejaremos llevar por el "carpe diem".
Para aprovechar el viaje, nuestra dieta se va centrar en un buen desayuno y una mejor cena regada con las cervezas y caldos de la zona, pero eso sí: siempre que hayamos llegado al destino final y con nuestras motos a buen recaudo en el hotel... Salvo que sea necesaria una birrita😜
Ayer conocimos a una compañera motera que también va a hacer la ruta, días más tarde nos la iremos encontrando por la carretera y, aunque le perdimos la pista en Vila de Rei,  desde aquí le mandamos un cariñoso saludo a Patricia y le deseamos toda clase de suerte en sus proyectos futuros.

 

Aunque toda la estrada N2 está plagada de sorpresas y magníficos escenarios, quizás esta jornada junto con la siguiente sean las más llamativas visualmente; tal vez porque atraviesa  La Región Vitícola del Alto Duero (Alto Duero Vinatero), que fue declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en la categoría de paisaje cultural. Esa larga tradición de viticultura ha creado un paisaje físico y cultural de belleza excepcional.




Tras partir de la rotonda que marca el Km 0 y dejar Chaves al Norte nos adentramos en la N2. El grandilocuente nombre de Nacional choca con el estrecho camino de curvas y contracurvas, subidas y bajadas, obstáculos que no impiden a sus agricultores plantar viñas contra la ley de la gravedad y, así,  la carretera tímidamente se va inundando de color y pronto comenzamos a serpentear entre viñedos cultivados en terrazas ("socalcos"). El horizonte nos va regalando un espectáculo grandioso; estamos en septiembre y es cuando las vides están en su máximo esplendor, ello nos obliga a tener que ir parando para admirar esta escenografía real y tener que ir adelantando acompasadamente a los pequeños camiones y tractores que, con parsimonia, conducen sus remolques repletos de los racimos de uva recién cortados y  superpuestos en canastas en un equilibrio casi imposible y mágico. El aroma, especialmente al cruzar por algunas de las "quintas", nos invita  a levantar las viseras y respirar intensamente... Casi se mastica el aroma del vino que madura en las botas... Realmente esto es un espectáculo para brindar.  Solo nos falta la banda sonora de "Born To Be Wild".

Así llegamos a Vila Pouca de Aguiar en el Km. 37 de nuestra N2. Toda  esta región que atravesamos es conocida como Alto Trás-os-Montes, con el mejor granito y la mejor agua carbónica del mundo. Vila Pouca de Aguiar está rodeada por las Sierras de Padrela y de Alvão y se la conoce como la  "Capital do Granito". Toda la naturaleza circundante es de gran belleza, entre sierras y cursos de agua. (Para saber más pulsa el enlace azul)

Pronto vamos a descubrir cómo el granito, los adoquines y la piedra en general, van a estar presentes como elemento principal del pavimentado de calles y calzadas en lo que se denomina "calzada portuguesa", lo que hay que tener muy en cuenta, especialmente, cuando se circula bajo la lluvia.




El kilómetro 64 nos introduce de lleno en una gran ciudad: llegamos a Vila Real, una urbe atravesada por el río Corgo y que, con el transcurrir del tiempo, ha ido creando un profundo cañón que nos ofrece unas preciosas vistas a la par que nos adentramos en el casco antiguo. 
Vila Real conserva una arquitectura aristocrática, con casas blasonadas,  balcones tradicionales en hierro forjado y ventanas  manuelinas con marcos de granito que forman una galería de arquitectura civil genuinamente portuguesa. La Av. Carvalho Araújo, bordeada por paseos de calzada portuguesa (esos pequeños adoquines blancos y negros), atraviesa la ciudad. Siguiendo el paseo entre esta avenida y las adyacentes, circulamos entre casas señoriales y calles comerciales, donde se encuentra la parte más viva y característica de la villa y donde nos regalaremos unas birritas -"cerveja sem álcool"  en la cervecería "Sao Denis" (Para saber más pulsa el enlace: Qué hacer en Vila Real).

 


Apenas recorremos 20 kilómetros de paisajes y curvas de ensueño motero, cuando desembocamos de lleno en Santa Marta de Penaguiao, en el corazón de la región del Douro, escoltada por la Serra do Marão y limitando con los municipios de Vila Real, Amarante y Peso da Régua.

La villa, como toda nuestra ruta hasta el momento, está rodeada de un paisaje idílico, caracterizado por esos inmensos viñedos en terraza y por el río Corgo, que confieren una belleza única al conjunto, enriquecido con su patrimonio arquitectónico, como la Iglesia Parroquial, el Pelourinho de la villa o los muchos molinos (para saber más: Qué ver en Santa Marta de Penaguiao)

Peso Da Régua, en el kilómetro 88, tuvo un papel preponderante en la comercialización del Vino de Oporto, pues de aquí partían los toneles que lo transportaban en barcos "rabelos" hasta Gaia, donde el vino envejecía en las bodegas. Conocida como la "capital del vinho (vino) y de la viñas", la ciudad cuenta con un curioso y desconocido casco antiguo, donde se respira un ambiente local que merece un buen paseo, así como visitar el "Museo do Douro", que trata sobre el vino y el río, además de obtener tu "carimba". Junto allí se puede uno refrescar por dentro en "A Tasquinha" mientras el Douro te ofrece una panorámica soberbia (para saber más: Qué hacer en Peso da Régua).

 

 


Lamego será la próxima ciudad a la que lleguemos en el kilómetro 104 de nuestra "rota". El centro histórico de Lamego no defrauda en absoluto: vino, azulejos y un alto porcentaje de monumentos por metro cuadrado. A sus espectaculares edificios hay que sumar la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, un templo gótico que conserva una torre campanario cuadrada y un claustro renacentista en muy buen estado. Recorriendo sus calles empinadas podemos ver restos de lo que fueran sus murallas medievales, casas señoriales, mansiones barrocas y lujosas quintas en los alrededores de la ciudad (Guía para visitar Lamego)

Con mucha tranquilidad, disfrutando kilómetro a kilómetro, nos vamos adentrando en la villa de Castro Daire, un municipio que, como toda la región, cuenta con un vasto y diverso patrimonio paisajístico y arquitectónico. Estamos en el kilómetro 136  y, si cabe, cada vez más contentos y satisfechos de esta jornada que todavía no ha terminado (Castro Daire). Es increíble que llevemos más de medio día para recorrer unos escasos 140 kilómetros; pero entre el paisaje que invita a saborear las curvas, paradas obligadas en miradores, visitar las poblaciones y "carimbar"... En fin, la distancia recorrida es lo de menos, hay que sacar el sabor del trayecto, desgranarlo y grabarlo en la retina al ritmo de "Knockin’ On Heaven’s Door" de Guns N’ Roses.



Para llegar a Sao Pedro do Sul tenemos que desviarnos hacia la derecha de la estrada N2 unos 31 kilómetros, buscando la N228.  Esto va a ser habitual en nuestra ruta: hacer y deshacer kilómetros, ya que hay municipios que no solo no se encuentran en la N2, sino que se encuentran alejados, especialmente  si tenemos en cuenta la orografía del terreno y si queremos seguir la ruta que nos recomienda nuestro pasaporte; sin embargo, ni la carretera ni el lugar lo desmerecen, ya que Sao Pedro  está situado en el corazón del valle de Lafões, justo en el centro de la naturaleza: montañas, ríos y valles de verdes paisajes; arroyos de agua fría y cristalina y pueblos escondidos. Un pedazo del mundo que sirve de refugio a la inspiración. 
Conocida como la capital del termalismo,  S. Pedro do Sul, se enorgullece de ser  el centro termal más grande de Portugal y uno de los mejores de Europa.

 


Una vez que hemos retomado de nuevo la N2, nos dirigiremos ahora hacia la "Ciudad Jardín" de Viseu. El mojón kilométrico marca 169, pero nuestros cuentakilómetros no piensan lo mismo; marcan muchos más. Esto se debe a las desviaciones en la ruta a las que ya hemos hecho alusión y al rodaje dentro de los municipios.



Entramos en Viseu,  la localidad más populosa de la carretera con sus 98.000 habitantes. Es la ciudad de Viriato, el legendario pastor que se enfrentó a los invasores romanos. Una ciudad rodeada de montañas y por los ríos Vouga y Dão- Hoy es el día final de las fiestas mayores de São Mateus, San Mateo, y el camino hacia el centro de la ciudad está cortado por  una feria y un mercado de productos del campo y artesanía. 
Con esa amabilidad que nos regalan todos los portugueses con los que hemos tenido la fortuna de encontrarnos a lo largo de nuestra ruta, los guardias nos franquean el paso y podemos circular con nuestras motos atravesando el acotado ferial y así llegar al centro de una manera rápida.

Son más de las seis de la tarde, han pasado nueve horas desde que cogimos nuestras motos en Chaves y, antes de dirigirnos a nuestro hotel que nos dicen que se encuentra a  a 10 minutos a pie de la catedral, brindamos con unas buenas jarras -esta vez con todos sus avíos- en "Sao Jose", junto a la Iglesia da Misericordia.

Llegamos al Hotel Moinho de Vento, que realmente teníamos al lado. Dejamos descansar nuestras queridas motos y salimos a perdernos y dar un paseo para descubrir los lugares más interesantes: su catedral, sus calles empedradas, sus jardines, su infinito arte urbano, su casco antiguo y su judería… a la vez que pudimos oír el ensayo del concierto de bandas sonoras de cine por una joven orquesta que sonaba de maravilla y que esta noche nos iba a amenizar la cena.

Aquí no es raro encontrarse con el granito negro, típico de la región, contrastando con las fachadas blancas de aspecto inmaculado. 

 

 


Y tras el paseo de rigor, unas cervecitas y una buena cena que nos habíamos ganado en "D. Mimi Grill" y unas copitas para festejar la jornada en "Irish Bar", en una  calle con mucho ambiente festivo. (Para saber más de Viseu)
 


DÍA 22. TERCER DÍA DE RUTA

VISEU-TONDELA-SANTA COMBA DAO-MORTÁGUA-PENACOVA-VILA NOVA DE POIARES-LOUSA-GÓIS-PEDRÓGAO GRANDE-SERTA-VILA DE REI

 

“Hoy es siempre todavía” (Antonio Machado)

 

Si la ruta que disfrutamos ayer fue todo un espectáculo para los sentidos, la que teníamos preparada para hoy a bien seguro que no nos iba a defraudar, porque  aunque la N2 sigue por la zona más central del país, donde existen muchas playas fluviales, a su vez nos va a llevar a lugares de montaña como Lousa o Góis que, aunque se alejen de nuestra "estrada", nos van a conducir por un paisaje de curvas consecutivas de limpio trazado en pleno contacto con la naturaleza para ascender y descender la "Serra da Lousa" (1205 m. de altitud sobre el nivel del mar), y que tras la "Serra de Montemuro", que cruzamos ayer cerca de Castro Daire (1382 m.), será el segundo punto en importancia que escalaremos. 
Nuestro objetivo es llegar hoy hasta el verdadero centro geodésico del país que está marcada por un miliario: el "Picoto da Melriça" en el municipio de Vila de Rei. 
Hay que tener en cuenta que toda nuestra ruta está preparada para personas madrugadoras, porque si no madrugas, aparte de que "Dios no ayuda", es probable que no te dé tiempo a ver todo lo que quisieras, aún así se nos queda mucho en un tintero que tendremos que ir vaciando en futuras " evasiones".
 


En nuestro rodar por la región de la Beira Alta, en el centro de Portugal, arribamos a Tondela.  Esta ciudad se encuentra a  30 kilómetros  escasos de Viseu por la N2 (Km. 198).  
La mañana nos recibe con un cielo no tan despejado como el que tuvimos la dicha de disfrutar ayer. Rogamos a los hados que nos fueran propicios y nos adentramos en esta bonita y plácida ciudad "soñolienta", en unas montañas cubiertas de pinos, junto al río Dão.  Tondela fue una importante ciudad sanatorio en el siglo XX y está repleta de la arquitectura Art Deco de sus días de gloria además de un punto de partida útil para los enófilos, ya que tiene una profusión de fincas vitivinícolas, produciendo principalmente tintos bajo el Dão DOC.

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Santa Comba Dao aparece tras el hito que marca el kilómetro 213 de nuestra ruta. Seguimos en el distrito de Viseu. Esta zona está situada entre los ríos Dão y Mondego.



El centro histórico de la ciudad mantiene su encantador aspecto rural y típico, caracterizado por su tradicional arquitectura medieval generalmente de granito y por pequeñas plazas de gran encanto: como el famoso Rossio o Largo do Municipio. Santa Comba te aporta una sensación de mucha paz, como si el tiempo se hubiese detenido. 

 


A veces, se hace difícil seguir la N2, pues esta parece fundirse con otras carreteras como es el caso de la IP3; es por ello, por lo que recomendamos no usar navegador, ya que este tratará por todos los medios de sacarte de la ruta. Se hace necesario tirar del mapa de carreteras de toda la vida o usar, como en nuestro caso, el "Google map", pero no como navegador, insistimos, sino para ir viendo las carreteras en caso de duda.

Para llegar a nuestro próximo destino, Mortagua, tenemos que abandonar la N2. Nosotros tomamos la carretera N234 hasta llegar a la rotonda donde se cruza con el cuartel de los "Bombeiros Voluntários", allí pudimos obtener nuestras "carimbas" y, siguiendo esta avenida, llegaremos al centro de  esta pequeña villa donde nos regalamos unas cervecitas, "sin", tostadas y fresquitas en "Pousadinha do Dao".


Entrar y salir de Mortagua puede llegar a ser complicado, nos costó, porque como ya hemos comentado, la N2  llega a enrocarse con la IP3. Así, para ir ahora hasta Penacova, tendremos que retroceder, tomar la N228 hasta su desembocadura en la IP3 (N2) durante unos 23 kilómetros. Tal vez Mortágua y su camino no han sido uno de los lugares más interesantes a visitar versus tiempo empleado... pero la cervecita vino bien... y sobre gustos colores...

El tiempo se mantenía y el día lucía despejado, aunque soplaba esa pequeña brisa húmeda que preludiaba un posible chaparrón. Nuestras motos no rodaban, parecían trotar sobre esa "calzada portuguesa" que cubre Penacova y que es tan característica de los pueblos y ciudades que estábamos atravesando.

 


Justo en ese lugar, la BMW, al intentar salir de la zona de descanso, resbala en el desnivel de la orilla de la calzada y la Harley tuvo la osadía y la valentía de acudir en su ayuda a riesgo de sufrir una cicatriz en el guardabarros delantero. Afortunadamente no ocurrió nada grave y pudimos seguir la jornada sin problemas. Ese sería el único percance que tuvimos a lo largo de los seis días.

 

Penacova es un pueblo pequeño, mayoritariamente rural,  situado en un lugar de gran belleza natural (Km. 238 de nuestra ruta) en el margen derecho del bonito río Mondego, en lo alto de un punto rocoso (la “Penha”), y rodeada por las exuberantes Sierras de Buçado y de Roxo. Esta villa se enorgullece de su patrimonio, con monumentos como la bonita Iglesia Matriz, las Capillas de São João y la de Santo António, el Pilar de Vila o la Quinta da Ribeira...

 


Los paisajes, como viene siendo una tónica habitual en nuestro camino, son sorprendentes; con miradores naturales que nos regalan fotogramas maravillosos. 

 

Vila Nova de Poiares se autodenomina así misma "o ponto mais occidental da EN2". Se encuentra a diez kilómetros de Penacova y es una pequeña población que se vuelca con sus visitantes. A nosotros nos regalaron pines, llaveros y hasta un bonito recuerdo en madera que simboliza el paso por este punto kilométrico 238.



La siguiente parada de nuevo nos aleja de la N2. Nosotros, que  gustamos de paisajes y curvas, renunciamos al camino más corto (N17 y, después, seguir por la N236), y continuamos por una serpenteante N2 (somos muy fieles a la "estrada"), hasta tomar la N342-3 pasando por la "Praia Fluvial das Canaveias": un trayecto aproximado de 35 kilómetros muy lentos pero llenos de verdor, aroma y emociones. Esta carretera nos lleva directamente al centro de la villa, donde lo más sorprendente y emblemático sea su castillo, su sierra, el puente medieval Foz de Arouce y las Aldeas do Xisto, estas últimas, en nuestro caso, quedaron pendientes para la próxima vez... porque habrá una próxima vez.

 


Si estábamos maravillados por la carretera seguida hasta Lousa, el camino para reencontrarnos con la N2, esta vez a través de la N342 para llegar hasta Góis, nos encantó: es el sueño de todo motero.

Estábamos tan absortos por la ruta que poco nos importaba que el tiempo se estuviera poniendo travieso. La carretera discurre entre túneles de arboleda y helechos, con un buen firme, atravesando un bosque tupido  con pequeños regueros de agua y que, de nuevo, obligaba a abrir el casco para sentir el frescor y el aroma del entorno.



Góis es un pueblecito de cuento de hadas, de calles empedradas y  limpias, junto a un caserío muy mimado que te lleva a la "Praia fluvial da Peneda" y al "Ponte Real". Es junto al río donde no tuvimos más  remedio que descansar de tantas curvas e hidratarnos en el chiringuito  junto al puente, admirando la belleza del lugar y congratulándonos por la buena ruta que estábamos disfrutando.

En estas estábamos, cuando en el horizonte vislumbramos los primeros relámpagos y empezamos a oír cómo el cielo empezaba a tronar entre las montañas; se aventuraban a caer tímidas gotas de lluvia... la tarde se estaba complicando. 

Salimos de Góis con la precaución que se le debe a una calzada empedrada que empezaba a ser muy resbaladiza: "la calzada portuguesa" es muy bonita, pero resulta peligrosa cuando está mojada y se circula en moto. Una pareja de moteros españoles nos dice que vienen huyendo de una cortina de agua que se aproxima por el Oeste y que, en breve, nos alcanzaría. Estábamos a unos cincuenta kilómetros de nuestra próxima parada, Pedrogao Grande, y la lluvia cada vez se está volviendo más virulenta. Afortunadamente, ya en la N2, el firme de la carretera tiene un buen agarre y ya, empapada, permite circular con mayor seguridad.

Llegamos  a Pedrogao Grande (Km. 317) y, lo primero que hicimos, fue buscar refugio bajo la pérgola de la parada de taxis del pueblo. Allí nos recompusimos como pudimos y nos enfundamos en los trajes de agua.


Yo, siempre fiel a mi traje de "Teletabi butanero" que de tantos chaparrones me ha protegido.

En Pedrogao Grande, recordamos el gran incendio que cuatro años antes sufrieron en esta zona y que cubrió Portugal de cenizas, muerte y lágrimas en un verano que parecía tener todo para ser excelente. 

Esta villa tiene unas estupendas vistas al río Zêzere y se caracteriza por sus estrechas callejuelas y la belleza de las construcciones del siglo XV ubicadas en la interesante Rua Dourada, así como por la belleza de las casas de esquisto y granito tan típicas de esta zona.

Enfundados, "carimbados", y aprovechando que la lluvia parece que va a menos, salimos en dirección a Serta, a poco más de veintiún kilómetros. Apenas podemos admirar las vistas del "Barragen Do Cabril" mientras atravesamos la presa que soporta la carretera, porque el agua y el viento nos obliga a continuar a paso moderado pero sin pausa y, cuando estamos a escasos kilómetros de la ciudad, es cuando se desata la tromba de agua: un auténtico diluvio. Son apenas las seis de la tarde, intentamos refugiarnos en el ayuntamiento y obtener la "carimba", pero ya está cerrado... Llueve a mares mientras circulamos por una ciudad vacía y el agua borbotea por los husillos. No tenemos claro si rodamos o navegamos por la "calzada portuguesa" y, ¡bendito sea!, aparece el cuartel de los "Bombeiros Voluntarios", quienes al vernos, y sin mediar palabra, nos hacen gestos y nos abren sus portones para nuestras motos; nos ofrecen sus instalaciones, café, agua, refrescos... Quedamos maravillados de su hospitalidad, de la bondad de todos los portugueses que se han cruzado en nuestro camino y de manera especial a estos generosos "Bombeiros" de Serta.



Poco pudimos ver en la ciudad: el ayuntamiento, calles desiertas bajo la tormenta y el castillo a lo lejos. Esto nos obligará a tener que volver en un futuro no lejano. 

Nos planteamos la disyuntiva de alojarnos en esta ciudad y verla con detenimiento al día siguiente o seguir los pocos más de veinte kilómetros que nos separaban de nuestro objetivo del día: Vila de Rei. Los bomberos nos cuentan que la previsión es que mañana, Serta seguirá en las mismas condiciones climatológicas o peores, pero nos aseguran que la N2 sigue en muy buenas condiciones hasta Vila de Rei; así, que aprovechando un claro, y de nuevo "plastificados", partimos hacia nuestra etapa final de la jornada.

Después de esa gran tormenta en Serta, el agua que nos cae por el camino apenas se nos asemeja al paso de una bandada de pájaros meones... y la carretera está magnífica. Llegamos y, justo a la entrada de la villa, decidimos ya parar y tomarnos una cervecita y brindar por el día que todavía no se había terminado en la terraza cubierta de "Meu Super Vila de Rei", en la estación de servicio "Evangelista y Mendes" (donde se pude obtener la "carimba") y al lado mismo del mojón que anuncia la llegada al término municipal. Justo entonces deja de llover... así es la vida... Es ahí donde de nuevo nos encontramos con Patricia y, será ahí, donde le perdamos la pista porque ella, huyendo de la lluvia, se dirige a Sardoal.

 

Estamos en el kilómetro 366 de nuestra ruta, justo en el centro de Portugal, distrito de Castelo Branco, y ya no llueve... y eso bien merecía esa birrita "con todos sus avíos".


Es hora de buscar dónde pasar la noche, pero nuestros "buscadores' nos señalan que todo está completo. Son las siete de la tarde y decidimos que la mejor opción sería ir para el centro del municipio y ver... De nuevo lluvia que amenazaba con más y más lluvia... Llegamos a la plaza principal y un paisano nos indica que vayamos a un alojamiento que se llama "Ti Marquitas", justo al lado de donde habíamos parado, y eso hacemos...

Hago ahora un inciso para comentar una anécdota:  cada vez que paramos para preguntar por un alojamiento, restaurante, monumento, una oficina de turismo, etc., resulta que estamos justo al lado. Esto será una constante en nuestro viaje... pero no aprendimos

 



"Ti Marquitas" es un apartahotel en una casa tradicional. Llamamos pero nadie responde a la puerta. Vemos un número de teléfono en la fachada y lo marcamos, pero tampoco contesta nadie. Se va haciendo de noche, son más de las 19,30 horas y llueve... Como canta Serrat: "Llueve / Detrás de los cristales llueve y llueve / Sobre los chopos medio deshojados / Sobre los pardos tejados / Sobre los campos llueve..."


...Y cuando ya decidimos colocarnos nuestros guantes, los cascos y vamos a arrancar para buscar fortuna en otro sitio... aparece la dueña ¡Bendito sea Dios! Un apartamento confortable y un buen lugar donde dejar las motos; así que, ¡a cenaaaarrrr!. Por suerte, y continuando con la ayuda de nuestro ángel motero de la guarda, estábamos a escasos metros de "Churrasqueira Central"... ¡Apoteósico!


Fuera no cesaba de llover, mientras nosotros nos poníamos "tibios". Y la velada se prolongó, porque tras los postres, entablamos unas interesantes conversaciones con otros comensales locales y compartimos invitaciones: copitas mutuas, hasta bien entrada la noche, salpicadas con anécdotas, chistes y otras historias en un improvisado "portuñol".


Ni que decir tiene que dormimos a gusto mientras esa noche caía el agua a cántaros y el firmamento parecía rasgarse con el tronar y relampaguear de la tormenta, pero... mañana sería otro día... Mañana tendríamos que ver el pueblo y, sobre todo, el centro geodésico del país en un punto colocado en la Sierra de Melriça.

 

DÍA 23. CUARTO DÍA DE RUTA

VILA DE REI-SARDOAL-ABRANTES-PONTE DE SOR-AVIS-MORA-CORUCHE-MONTEMOR O NOVO-ÉVORA


"Si quieres hacer algo en la vida, no creas en la palabra imposible. Nada hay imposible para una voluntad enérgica" (Pio Baroja)

 

Amanece en Vila de Rei.

Como hemos comentado, toda la noche ha estado lloviendo sin parar y con avaricia, pero ahora, y aunque el cielo está encapotado, todo está tranquilo. Salimos para desayunar y ver Vila de Rei con la luz del día.

Es una villa muy pequeñita con apenas 2.500 habitantes y que rápidamente se recorre. Lo más interesante del lugar, tal vez sea el centro geodésico y el Museo de Geodesia que están juntos, pero para visitarlos habrá que retroceder un poco en la N2; pero antes, nos tomaremos un desayuno en "Tertulia", un pequeñísimo establecimiento que asombrosamente ejerce de cafetería, pastelería, librería, papelería, estanco... Increíble todo lo que cabe allí siendo prácticamente un kiosko... ¡pero con un café! (como en todo Portugal), buenísimo. Nos preguntamos si hicieron ese kiosko antes o después de meter todas esas cosas allí 😄


Si nos imaginamos una línea que atraviesa Portugal de Norte a Sur y otra de Este a Oeste, Vila de Rei se encuentra situada exactamente en el centro geodésico del país; ese hecho  está indicado en un punto que también es un excelente mirador sobre la región, pero que la niebla apenas nos dejó entrever y, por ende, el museo estaba "fechado".


 
Fue justo tras tomar esa foto, cuando el cielo, que nos venía avisando, se rompe sobre nosotros como si no fuera a haber un mañana: lluvia intensa, niebla espesa y el viento que cimbrea los árboles y arranca ramas y hojas....
 

Roberto que es más previsor, venía con su traje a prueba de agua; pero yo, que soy más optimista o tal vez más iluso, pues no. En mi mente resonaban aquellos versos de Calderón de la Barca, cuando en "La vida es sueño" proclamaba: 

 "¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!  /Apurar, cielos, pretendo,/ ya que me tratáis así /qué delito cometí /contra vosotros naciendo"

Pero "l'aventure, c'est l'aventure" y, como añade Miquel Silvestre, "... el que no quiera que no venga". Así que...  a buscar un sitio donde de nuevo enfundarme y, otra vez la providencial bondad portuguesa viene a darnos de la mano: la señora que vende en un kioskito los recuerdos de la zona, me ofrece  pasar a cambiarme y, no solo eso, hasta me ofrece una butaca, una toalla, me enciende el calefactor y bromea con nosotros diciéndonos lo que nos espera mientras comprueba la previsión meteorológica en su móvil.

Pero... "the show must go on" (con o sin música de Queen de fondo) .... Así que despacito, cuesta abajo por la ladera, sin tocar apenas freno, llegamos de nuevo a nuestra N2 y, ya en esta carretera bien asfaltada y prácticamente sin curvas, nos disponemos a llegar a Sardoal, que perteneciente al Distrito de Santarém dista unos 20 kilómetros de nuestro punto de partida. Para acceder a esta población abandonamos posteriormente la N2 y debemos tomar la N358, una carreterita estrecha y muy coqueta, rodeada de olivos y pequeños muros de piedra. Este camino nos llevará hacia el centro del municipio y, cuidado, todo Sardoal (como ya viene siendo costumbre en las poblaciones  anteriores), está pavimentado con la bonita "calzada portuguesa", de pequeños adoquines blancos y negros, que hace que nuestras motos lo tengan complicado para morder bien por donde pisan.

San Pedro se apiada de nosotros y nos regala un tregua para que podamos caminar por las calles de esta bonita  y recogida villa, que hará la vigésima de nuestras poblaciones visitadas.  

 


El hecho de ser pequeño y el tipo de casas que tiene, hace que esta localidad sea muy pintoresca y encantadora;  Sardoal significa ciudad jardín y es que, según nos cuentan, durante los meses de primavera y verano, los balcones, paredes y ventanas se llenan de flores.

Salimos de Sardoal y la N2 nos lleva directamente  durante 12 kilómetros a la ciudad de Abrantesdistrito de Santarémen el punto kilométrico 403 de nuestra ruta. Abrantes es uno de los mayores condados del país, siendo el centro comercial e industrial de esta fértil región agrícola.

Situada en una ladera junto al río Tajo, la gran ciudad de Abrantes ha sido desde siempre un lugar importante para la estrategia militar, dado que desde su punto más alto es posible apreciar un extenso panorama que abarca gran parte del río Tajo y se extiende por la Beira Baixa, Ribatejo y Alentejo.

 


Y como no tuvimos bastante con el día anterior, no se nos ocurre otra cosa que acceder con nuestras motos, callejeando por los adoquines resbaladizos, hasta la parte más elevada de la ciudad por unas calles muy empinadas para conocer su zona más antigua. Aparcamos nuestras motos y dimos nuestro paseíto... Lo peor vendría después, cuando tuvimos que bajar esas cuestas reviradas con un suelo ya no resbaladizo, sino más bien deslizante... Sudamos, pero bajamos "con más miedo que vergüenza". 

 




El tiempo jugaba con nosotros y nos daba buenos respiros, algunos de pleno sol, en nuestro caminar por la "estrada". 
A la salida de Abrantes cambia el panorama, la vegetación y hasta el mismo camino. Los valles dejan paso a las planicies, el verde al amarillo, el eucalipto a la encina, y hasta la N2 toma, por momentos, donaires de autopista. Entramos en el corazón del país. Acabábamos de atravesar el río Tejo (nuestro Tajo), y parece que atrás quedaron las curvas y las carreteritas reviradas de las jornadas anteriores, aunque mirándolo bien, y con este tiempo tan inestable, se agradece el trazado más o menos rectilíneo y el asfalto con un buen agarre.


Nuestro próximo destino será  Ponte de Sor, a unos 35 kilómetros de Abrantes, una ciudad portuguesa del Distrito de Portalegre. Según nos vamos adentrando, podemos comprobar que es un territorio dominado por el monte alcornocal y nos encontramos con camiones cargados de corcho, porque el sector corchero parece ser la fuente económica  más importante de la zona.

Como escribe Olga Danielan: "Este paisaje / verde oscuro, verde claro,/ a veces verde amarillo / me consuela el alma.  /¡ Cómo sería bueno / quedarse aquí para siempre! / Extendida en la hierba / contemplando sin fin / las flores y el cielo..."

En el Centro de Artes e Cultura podemos encontrar el mayor mosaico del mundo hecho con tapones de corcho, con aproximadamente 400.000 tapones.

En el centro histórico, que se sitúa cerca de la zona del río Sor, encontramos la Fonte da Vila , la Igreja de São Pedro, el Puente sobre la Ribeira de Sor y el edificio de los Paços do Concelho, cuya planta baja albergó la cárcel del condado. El Centro de Artes e Cultura de Ponte de Sor, instalado en una antigua fábrica de molienda de grano y arroz, reúne distintos equipamientos culturales entre los que destaca ese mayor mosaico del mundo realizado con tapones de corcho.


... Y una cervecita en "Padaria Pereira", para hidratarnos, nunca viene mal y, aunque la pedimos "sin", después de tomarla descubrimos que era "con"; pero realmente era muy pequeñita 😊.

El día quiere abrir, pero a los remolones cumulonimbos les cuesta apartarse. Creemos que les gustan nuestras motos y han decidido acompañarnos en nuestra ruta... Realmente nos tienen mucho cariño, porque tanto a Roberto como a mí, "nos cae  la de Dios" cuando salimos de ruta más de dos días... y a pesar de que la previsión meteorológica "nos jure por su santa madre" que hará un sol de justicia.

Recordamos esos versos de Rosalía de Castro cuando dice: más allá, más allá..., siempre adelante / prosiguen sin descanso su carrera, / bañado en llanto el pálido semblante /con que riegan el bosque y la pradera. "...

Nos despedimos de esta verde Ponte de Sor y ponemos rumbo al municipio de Avisdistrito de Portalegre, Km. 466; pero esta aldea, como nos ha ocurrido en jornadas anteriores, se aleja 30 kilómetros al Este de la N2. Para llegar a esta pequeña villa tendremos que tomar la N244. Una carretera con tramos muy rectos que cruzará dos puentes de bonitas vistas por la Albufeira da Barragem do Maranhao. Este pintoresco pueblecito del Alentejo, nos recibe con sus estrechas calles medievales y sus casas encaladas, flanqueadas por tres torres; donde destacan la iglesia y parte de las dependencias del antiguo convento de la Orden Militar de S. Bento de Avis, que se encuentran restauradas.


Ya ha salido el sol y el resto de la jornada parece que va a estar seca y luminosa; seguimos nuestro caminar por estas tierras alentejanas. Decía José Saramago en "Levantado del suelo", el libro que dedicó a las tierras y a las gentes del Alentejo, que "lo que más hay en la tierra es paisaje". Por mucho que falte del resto, añade el escritor luso, "paisaje ha sobrado siempre". Y en poco sitios el paisaje determina la vida, la historia, la cultura y la economía de sus moradores como en esta región portuguesa. Vemos cómo el viñedo, junto a olivos, el cereal y el alcornoque, son los cultivos que tradicionalmente se han adueñado de estas tierras.

 

A lo lejos, un guardia  nacional republicano (GNR),  algo así como nuestra Guardia Civil, nos hace señas insistentemente para que aminoremos nuestra marcha y nos desvía por el carril contrario... No podemos evitar ver los efectos de una grandísima colisión, brutal diría yo, que acababa de ocurrir entre un camión de gran tonelaje y un BMW, ambos destrozados, y cómo los bomberos intentan desencarcelar los cuerpos de del amasijo de hierros en que se había convertido el vehículo. Agachamos nuestras cabezas, miramos al suelo para no ver lo que no queremos ver, y se hace inevitable susurrar una oración para que las consecuencias  de este accidente no sean tan graves como parecen. Se nos hiela el alma, se nos corta el rollo... Más adelante pararemos y no lograremos explicarnos cómo puede suceder algo así en una recta interminable; tal vez el sueño... Nunca lo sabremos.


...Y rodando por este paisaje llegamos a nuestra siguiente etapa de la jornada de hoy: Mora, otra villa portuguesa que dialoga con el campo y ha sabido preservar una elegante naturalidad, pero que tampoco se encuentra en la N2. Habrá que pilotar por la N370 en dirección a Pavia y, una vez allí, seguir por la N251. 

No sabíamos muy bien a que se deben estos desvíos que nos propone la "Associação de Municípios da Rota da Estrada Nacional 2", evidentemente se deberán a intereses socioeconómicos de los municipios que lo integran, pero es cierto que hay trozos de la N2 que no se pisan y,  del mismo modo, hay localidades que sí cruza la ruta pero que no se reseñan. Más tarde nos explicarán que en el momento que la "estrada" cruza por territorio de una "freguesía", pedanía perteneciente a un municipio matriz, y aunque su núcleo principal esté alejado, ya se considera que esta villa o ciudad pertenece a la ruta; del mismo modo, si esta pedanía o población pertenece a una demarcación territorial mayor, asumen que no es necesario mentarla... "El corazón tiene razones que la razón ignora", dijo Blaise Pascal... 

Mora también es muy pequeñito. Un hermoso pueblo del Alentejo, en el distrito de Évora, ubicado en un páramo y también decorado por alcornoques. Representa el encanto, la paz y la tranquilidad tan característicos de estas tierras y, por supuesto, del pueblo del Alentejo. 

Seguimos así nuestra ruta por tierras entre alentejanas y ribatejanas, de nuevo alejándonos de la "estrada" y dirigiéndonos hacia el Oeste por la N251, hacia Coruche.  El paisaje continúa discurriendo suavemente entre los viñedos y los campos de cereales, alcornoques y olivos, pintado a veces de un verde intenso, a veces de color pajizo, a veces de ocre, pero sobre todo alcornoques... muchos alcornoques...  Carretera larga y solitaria que contempla sus anchos y cálidos paisajes y que invita a enamorarse de la austeridad melancólica y de su calma al sol; un sol que tímidamente le pide permiso a las nubes para asomarse. 

Un paisaje salpicado aquí y allá por el inmaculado blanco de unos pueblos elevados sobre la línea del horizonte. "Un hombre puede andar por aquí la vida entera y no hallarse nunca, si nació perdido", decía Saramago. Quizá perderse en estas tierras no sea tan mal destino.

Coruche posee también diversos monumentos históricos, testimonios de otros tiempos, como el puente de Corôa (de origen romano), el acueducto medieval del Monte da Barca y diversas Iglesias en su mayoría originarias del s. XVII.

Después de un paseo por esta ciudad, que encontramos llena de vida. Antes de partir, creemos que es necesario remojar nuestro interior en "Restaurante  A Tasca" ….Porque la hidratación es muy importante... Ahí lo dejo ☝.  

De nuevo salen a nuestro paso gentes amables, alegres por entablar, no sin esfuerzo,  una conversación en "portuñol". Eduardo Lourenço, autor de "El laberinto de la saudade" da en el clavo: "...nuestro país vive y hasta comienza a ser visto por los otros como un pueblo insolentemente feliz".
Como dato curioso, destacar que la salida sur de Coruche se realiza a través de siete puentes en apenas 3 km, una experiencia única de color, entre el amarillo y el rojo oscuro, sobre el río Sorraia.
 

Partimos ahora hacia Montemor-o-Novo, menos de 50 kilómetros por la IC10 - N114 hasta llegar a esta ciudad que, por fin, sí está en la N2. Es una carretera solitaria y prácticamente dibujada a regla, pero que contempla, atraviesa y combina dehesas de alcornoques, pinares e interminables planicies; y así, nuestro ritmo acompasado viene marcado por el verde de la campiña, por el sol, el calor que empieza a picar y barrunta de nuevo lluvia, y por caseríos soñolientos que que se asoman en el horizonte. 

En estas estábamos cuando se une a nuestro rodar un veterano motero que vuelve a casa; él es de Montemor y lleva un mes de ruta por España y Portugal. Nos quedamos maravillados, porque tiene una edad considerable pero una mayor jovialidad y energía... De mayores queremos ser como él.

Montemor-o-Novo, se nos antoja una ciudad de contrastes:  muy llena de vida en su parte más moderna, pero reposada en su casco antiguo. En lo alto de la localidad aparece el imponente Castillo, al que se accede por la Porta da Vila. Desde la elegante Torre do Relógio se obtienen bonitas vistas sobre las ruinas de lo que fue el Paço dos Alcaides, antigua residencia de varios reyes, y del casco antiguo de la ciudad. Tras nuestra vuelta por la ciudad, descansamos y nos refrescamos sentamos en "Pizza no Mercado", entre otras cosas, porque se está haciendo tarde y debemos pensar en buscar alojamiento.


Nuestra idea a priori era llegar a Viana do Alentejo, que sería la próxima localidad de nuestra ruta y que está a 46 kilómetros, pero nuestro buscadores y nuestras llamadas  nos indican que no quedan alojamientos disponibles ni en esta ni en  aquella localidad; eso, unido a que dentro de poco se hará de noche y que el cielo de nuevo amenaza lluvia, nos hace decantarnos por desviarnos a Évora; porque, y entre otras razones, es una ciudad que no conocemos, es patrimonio de la humanidad y porque hemos encontrado un hotel muy confortable con parking en pleno centro de la ciudad.

Salimos de Montemor por la N114, una recta impresionante de poco más de treinta kilómetros y, tal como nos temíamos, a mitad de camino comienza a soplar viento por nuestra derecha y empieza a llover. Se empieza a hacer de noche, una noche muy oscura, y nuestros faros tímidamente alumbran una carretera cada vez más transitada y cuyos últimos cinco kilómetros se nos presentan muy bacheados. Llegamos así a Évora; uno rápidamente se percata que está en una localidad portuguesa por sus adoquines característicos y, rápidamente, encontramos nuestro muy moderno y confortable hotel, Hotel Moov, que gracias a las indicaciones de nuestra recepcionista ha sido muy fácil localizar: junto a la Puerta de D. Raimundo, una entrada abierta en la muralla para acceder al centro de la ciudad, junto a la Iglesia de la Merced y a escasos pasos de la Plaza de Giraldo.

Son las ocho de la tarde cuando dejamos las motos descansar y tras un check-in rapidito, y aunque sigue lloviendo, salimos a pasear, y sumergirnos en un nido de callejuelas que se retuercen a su antojo entre cuestas y edificios históricos (la ciudad se encuentra en un cerro sobre la llanura alentejana). La calzada, formada por miles de adoquines redondeados, hace que ninguna calle se parezca a otra y que pensemos, irremediablemente, en el bendito momento en el que decidimos ponernos unos zapatos cómodos...


Realmente bonita, Évora, la capital de la región del Alentejo,  iluminada y con el suelo brillante mojado, se nos muestra aún más merecedora del reconocimiento de  patrimonio mundial que la Unesco le otorgó en 1986. Es una ciudad-museo cuyas raíces datan de los tiempos romanos y cuya era dorada fue en el siglo XVI, cuando fue sede de los reyes portugueses.

La lluvia da paso a una suerte de chirimiri, esa lluvia fina casi imperceptible que permite pasear sin que ello suponga ningún drama; más bien todo lo contrario: Évora es bella incluso cuando llueve. Más si cabe. Y todo es mejor así; la tenemos enterita para nosotros solos. Pero como no solo hay que alimentar el espíritu y de la mera contemplación no vive el hombre, nuestros estómagos nos avisan, como si se tratara de una orquesta de cuerda afinando sus instrumentos, que hace más de doce horas que no reciben premio. De esta manera arribamos al restaurante Medieval, donde tras unas primeras cervezas para mitigar la sed de la caminata, nos dejamos aconsejar y sorprender con buenas viandas y un mejor vino alentejano.



 

Hay que confesar que fuimos los últimos en abandonar el local y, tras los chupitos de rigor,  nos dirigimos a la "zona de ocio" de la ciudad. La lluvia había cesado y dejó una noche estupenda para que nos pudiéramos acomodar en la terraza del "Cafe Estrela D'Ouro" que rebosaba ambiente.

Y así fue cómo finalizó esta jornada, intensa y llena de emociones, y así también,  fue como caímos en nuestras camas para que los brazos de  Morfeo nos acunasen en un profundo sueño reparador. 

 

DÍA 24. QUINTO DÍA DE RUTA

ÉVORA-VIANA DO ALENTEJO-ALCÁCER DO SAL-FERREIRA DE ALENTEJO-ALJUSTREL-CASTRO VERDE-ALMODÓVAR.

 

"La vida es demasiado breve como para aburrirnos" (Nietzsche)

 

Como siempre, tempranito, tocamos diana. No desayunamos en el hotel porque nos apetece dar una vuelta de día por Évora, ver cómo es el despertar de la ciudad y tomar algo en la misma plaza, Praça do Giraldo, el corazón de la ciudad y el punto de encuentro por excelencia: con cafés, terrazas, tiendas y la oficina de turismo... Ya descubrimos anoche que la mejor forma de visitar esta ciudad era a pie y, ahora, de día, recorriendo las calles estrechas de casas blancas, descubrimos los monumentos despiertos y los detalles que desvelan la historia de Évora y la riqueza de su patrimonio.

En la plaza, en la terraza del café "Gema d'Évora", nuestra simpática camarera, y posiblemente a tenor de nuestras "hechuras", debió pensar que somos de buen comer... y hasta un segundo café doble hubo que pedir para poder digerir aquel pantagruélico desayuno.

Volvemos al hotel, nos cambiamos, preparamos nuestras motos y nos disponemos para partir hacia Viana do Alentejo, a 32 kilómetros por la N254. Tras salir de la caótica circulación de Évora, de nuevo nos encontramos con una carretera recta, trazada con tiralíneas, por un terreno prácticamente llano que atraviesa la localidad de Aguiar, la única que se atreve a romper el verde y el ocre con el típico color azul o albero de su caserío.

El trayecto apenas nos lleva treinta minutos, y aunque esta localidad está recomendada dentro de la ruta, realmente nos encontramos alejados unos 20 kilómetros al Este de la N2, aunque ellos defiendan que están en el kilómetro 551 de la "estrada".


Nos llama la atención el conjunto arquitectónico del Castillo de Viana do Alentejo, que está compuesto por una estructura amurallada y un conjunto de espacios religiosos que se encuentran en su interior: Igreja Matriz de Nossa Senhora da Anunciação, de estilo mudejar manuelino, la Iglesia de la Misericordia, la Capilla de Santo António y la antigua capilla de Nossa Senhora, ahora convertida en el centro de interpretación del complejo y donde puedes obtener la "carimba".





Hoy hace un buen día para montar en moto y para rutear, como siempre, sin prisa. Hace calor y el desayuno nos pide agua, por lo que sentados en la plaza de esta tranquila villa, donde parece no pasar el tiempo, observamos el verdadero día a día del interior del país; donde aún se conservan las costumbres y tradiciones de antaño y que han ido pasando de generación en generación,  donde los ancianos pasan las horas charlando en la plaza o descansando en sus bancos o quicios. El Portugal rural tan lleno de encantos, de silencios y de pureza.

Nuestra ruta sigue ahora camino de Alcácer do Sal, que también se encuentra alejada, esta vez hacia el Oeste de la  N2. Son unos 55 kilómetros los que nos separan de esta localidad, teniendo que atravesar la "estrada" y dejarla atrás; pero en el camino nos sale al encuentro Alcaçovas, en plena N2 e ignorada del itinerario oficial, pero que tanta importancia tuvo para portugueses y españoles cuando en 1479 se firmó, en esta localidad, el Tratado de Alcaçovas entre los representantes de los reyes Isabel y Fernando y del rey de Portugal, y que resolvió cuestiones tan importantes como la paz entre el reino de Portugal y los reinos de Castilla y Aragón y repartió los territorios del océano Atlántico entre Portugal y Castilla. También, de propina, desposeía a la Beltraneja de sus derechos al trono de Castilla y aseguraba el matrimonio de los herederos de ambos reinos. Sitios exóticos y nombres medio olvidados desde primero de BUP, que cuesta relacionar con este pueblecito soñoliento donde uno juraría que nunca pasó nada. 

 

 
A 37 kilómetros de una llanura que se levanta ondulada y pausada, mientras vamos disfrutando del paisaje, avistando rapaces y disfrutando de espectaculares vistas que nos regalan algunos miradores naturales, nos aparece Alcácer do Sal a orillas del río Sado y elevándose sobre un promontorio que domina su castillo. Un paseo a pie, desde el puente giratorio en el inicio del paseo marítimo, nos revela la parte más encantadora de esta ciudad, con sus calles pequeñas y escalonadas que trepan hacia el castillo. Alcácer fue una de las ciudades con puerto interior más importantes del Occidente peninsular y conocida por la producción de sal, que se añadió a su nombre, y por las industrias derivadas de la salazón y la pasta de pescado. Alcácer nos huele a mar; y su luz, por intensa, es cegadora.

Una cervecita en "O Poço", frente a la oficina de turismo y esperando a que abrieran, bien mereció la pena, ya que nuestro siguiente destino, Ferreira do Alentejo, estaba a unos 70 kilómetros si queríamos llegar por la N2.
 



Tenemos que volver tras nuestro pasos para llegar a este próximo punto establecido. Primero por la N5 hasta Torrao, una coqueta "fregesia", perteneciente a Alcácer do Sal, que nos sale a nuestro encuentro tras 35 kilómetros de marcha y  que es el verdadero Km. 565 de la N2 y, aunque no viene marcado en el itinerario oficial, ella orgullosa sí muestra su hito kilométrico y reivindica su auténtica pertenencia a la ruta invitando a visitar su iglesia de estilo manuelino: Nossa Senhora do Bom Sucesso.





Escribía Javier Montes  que "si el paisaje de un país es el termómetro ético de su paisanaje, en el Alentejo marca los grados justos de la buena salud". Y así es, aquí no se vislumbran esos signos de corrupción urbanística y los pelotazos que perversamente se vendieron como progreso en tantos sitios de la España rural y que se han ido cargando gran parte de nuestro patrimonio. En el Portugal que  estamos conociendo, de Norte a Sur, no se ha caído en esa idea-trampa de que se prospera destruyendo. Estamos encontrando en nuestra ruta villas prósperas, bien abastecidas de servicios sociales, cooperativas y combativas desde siempre, bien comunicadas sin radiales absurdas o autopistas desiertas.

De Torrao a  Ferreira tenemos 30 kilómetros de recta alentejana, grandes estepas cerealistas salpicadas de árboles centenarios, recortadas por discretos cursos de agua y rodeadas de hermosos paisajes de amplias vistas y alma sin fin. Así, pasamos por Odivelas do Alentejo y nos vamos  encontrando con grafitis muy simpáticos que invitan a unas fotos para su recuerdo gráfico.  


 
Pero según nos acercamos a Ferreira, la N2 sí anda necesitada de unos arreglos. Cruzamos un paisaje que no podemos admirar porque tenemos que estar pendientes de un camino lleno de socavones, reventado, que no nos da tregua y no nos permite levantar los ojos de la carretera. El peor tramo de la "estrada". Menos mal que no llueve, porque estos boquetes consecutivos, mezclados con un asfalto de "piel de cocodrilo", hubiesen sido muy peligrosos estando más encharcados.
Ferreira do Alentejo, Km. 595, tiene un marcado carácter rural y, tal vez, su elemento más representativo sea la Capela do Calvario, un templo único por su estructura circular y su cubierta coronada por una falsa cúpula por aproximación de hileras y rematada por una linterna; pero nuestro paso por esta villa, fue muy breve porque no nos resultó de las más atractivas en nuestra ruta... tal vez porque el traqueteo al que nos ha sometido su carretera nos ha dejado con las articulaciones temblando ¿Habrá que revisar todos los aprietes de nuestras motos?

Continuamos nuestro viaje hacia Aljustrel, en el kilómetro 619 de la "rota", primero por una recta perfecta e interminable que se pierde en el horizonte, de 12 kilómetros, hasta el cruce de Ervidel;  y después, y afortunadamente, bastante más entretenida durante unos 15 kilómetros hasta enlazar con la N216 que nos llevará al centro de la localidad.  

Algunos de los lugares a visitar dentro de Aljustrel son: la Iglesia Matriz, decorada con bonitos paneles de azulejos; La Iglesia da Misericórdia y la Ermita de Nossa Senhora do Castelo, de estilo gótico y ubicada en lo alto del monte sobre las ruinas del castillo.

Aljustrel vive de la mina y para la mina. De tal manera se mimetiza con ella, que casi todo a su alrededor es coto minero con zonas de producción y otras estabilizadas y convertidas en museos.

Tras un refresco en "Fio d'Azeite", proseguimos nuestra andadura, "rodadura" más bien, hacia Castro Verde, del que solo nos separan 23 kilómetros, a través de estepas cerealistas que definen las líneas del horizonte en todas direcciones.


Castro Verde está situado en el corazón del Baixo Alentejo, en este territorio conocido como el Campo Branco, siempre por las llanuras de nuestro Alentejo, que nos llevan a pensar que podremos rutear hasta el infinito. Subir al cerro de São Pedro das Cabeças equivale a conquistar lo mejor de la historia legendaria de Portugal, ya que aquí se cree que se encuentran los orígenes de Portugal.
 

Su esencia es también mayoritariamente rural y así se ha mantenido a lo largo de los siglos, con campos cultivados y pastos hasta donde alcanza la vista que se sitúan junto a antiguas explotaciones minerales que ayudaron a asentar poblaciones desde el principio. Su legado patrimonial está presente en importantes monumentos como la Real Basílica, la Igreja Matriz, la Igreja das Chagas do Salvador y la Capela da Misericórdia. 
 

En nuestro proyecto inicial, la etapa de hoy podría haber sido la última porque llegar hasta Faro hubiera sido posible en esta jornada; sin embargo, eso nos hubiese privado de la tranquilidad de rutear sin prisa y del goce de la  contemplación parsimoniosa. La rapidez y la prisa, como ya hemos comentado,  es un obstáculo o un estorbo que impide disfrutar del momento. Lo verdaderamente importante no es terminar las cosas, sino su proceso: la belleza con que se hagan. 
 

Además, siendo sinceros, no queríamos poner punto y final a nuestra aventura, no queríamos que se acabara. Así, que decidimos que nos quedaríamos en Almodóvar y ya mañana alargaríamos nuestro viaje un día más y tendríamos una ruta más cortita para llegar más temprano a Faro... o no... Who knows! Esa es una gran duda... Y, parafraseando a Pérez Reverte: "Es la duda la que mantiene joven a la gente. La certeza es como un virus maligno. Te contagia de vejez". Montamos y pilotamos 26 kilómetros por una N2 impecable, recta y llana como ya nos tenía acostumbrados el Alentejo, para llegar a Almodóvar,  entre la llanura alentejana y la Serra do Caldeirão, que nos tocará mañana.
 

 

Apenas son las seis de la tarde y, tras las fotos obligadas en el mojón que marca la entrada, llegamos directamente a nuestro alojamiento: "A Casa da Vila", una preciosa y apacible casa solariega de diseño regional, con una estética de los años 30 del siglo pasado. Realmente nos encantó.

Dejamos descansar a nuestras monturas, y nos disponemos a recorrer este municipio, donde destacan la Chiesa Madre (iglesia madre), el convento de Nossa Senhora da Conceição, la Ermida de Santo António, la Praça da República, la Biblioteca-Museo Municipal Severo Portela y los Palheiros de Veio.

Nos llama mucho la atención el encontranos el siguiente anuncio en muchos establecimientos: "cabeça de  borrego" 🤔

La tarde va cayendo, cae del todo; llega la noche y, como es costumbre, nuestros estómagos comienzan a dejarse notar: gruñen desacompasados; así que nos dirigimos al restaurante "Esquina", donde tras unas cervecitas bien ganadas y, como ya es habitual, pedimos que nos aconsejen sobre la gastronomía local, así la vamos conociendo... y, también, porque no entendemos las cartas. El dueño del establecimiento, muy agradable, como todo el personal que hemos tenido la dicha de cruzarnos a lo largo de nuestra ruta, nos recomienda un buen vino alentejano, un "ensopado de borrego" y carne asada de "porco preto". Lo del vino y el cerdo ibérico bien; pero nuestras caras con lo del  "ensopado de borrego" -a pesar de ponerlas de póquer- parece ser que nos delataron. Eso del "ensopado de borrego" nos parecía más propio de un aquelarre que de un manjar (no sé por qué, me imaginaba esa cabeza del borrego flotando mientras te clava una mirada entre inquisidora y tierna), pero el hombre insistió diciéndonos que estaba exquisito... así que recogimos el envite. A ver...
 

...Y sí, estaba estupenda... y abundante. Sin rastro del semblante de la víctima. Después vendría el "porco" y todo lo demás... Todo cayó. Siempre cae todo... Hasta los "pastelitos de Belem" que acompañaron a los oportos de postre.
 

 
Tras la cena, y para hacer la digestión, unas copitas en el "Motoclube de Almodóvar" ¡Qué mejor sitio para finalizar la jornada! Ambiente motero, donde hablar de motos y rutas, en un espacio relajado y con buena música.
 


Y tras un recorrido nocturno por este pueblecito tan agradable, vamos a la cama que hay que descansar... para que mañana podamos madrugar... (bueno, cuando miramos el reloj, descubrimos que ese mañana ya era hoy).


DÍA 25. SEXTO DÍA DE RUTA - Último día en la "estrada N2" pero  penúltimo de ruta.

ALMODÓVAR-LOULÉ-SAO BRAS DE ALPORTEL-FARO

 
"Si el objetivo más alto de un capitán fuera preservar su barco, lo mantendría en el puerto por siempre" (Santo Tomás de Aquino).

 

Aunque somos madrugadores y una pizca trasnochadores, hemos dormido de maravilla y nos sentimos descansados y con energía suficiente para afrontar la jornada de hoy. Pero para empezar bien el día, necesitamos un buen desayuno; desayuno que nos ofrece nuestro alojamiento a través de la  "Pastelaria Primavera" y que es increíble, exagerado.
 
Nuestra primera etapa de hoy nos llevará hasta Loulé. Para ello, dejaremos el Alentejo para zambullirnos en el Algarve a través del tramo de la llamada "Estrada Patrimonio", por la Sierra de Caldeirao y, para ser fieles a la "rota", tomaremos esta carretera durante unos 50 kilómetros para abandonarla en el cruce del área de descanso del "Barranco do Velho", donde conduciremos aproximadamente 20 kilómetros por la N396 hasta  la ciudad.
 

Vamos a disfrutar, porque llevamos una jornadas de rectas interminables y hoy se rompe radicalmente la monotonía, con curvas y más curvas. Dicen -nosotros no las hemos contado- que hay 365, una por cada día del año; y todo, a través de un paisaje agreste y montañoso que se ha transformado en un museo de la nostalgia, con viejas casas de camineros restauradas, anuncios míticos como el de "Nitrato de Chile" y paneles de azulejos con las distancias kilométricas propios de los años cincuenta.
 

 

La sierra de Caldeirão marca la frontera entre el Algarve y las penillanuras del Bajo Alentejo. Su punto más alto está situado en el Algarve (Pelados 589 m - Caballos Cavaldeirão - Loulé).
 
Desde el Miradouro do Caldeirao (km 697), se obtienen unas vistas espectaculares de la sierra y sus bosques. Y es que esta sierra, a pesar de su modesta altitud, forma un paisaje muy peculiar, donde las colinas están cortadas por una densa red hidrográfica compuesta en su mayoría por cursos de agua temporales. El relieve es por esta razón bastante accidentado en varios puntos y es un goce para los sentidos pilotar nuestras motos a baja velocidad, con la visera levantada, disfrutando de las curvas y contemplando y oliendo la tierra mojada de los bosques de alcornoques, robles, madroños, encinas y lentiscos. Todo ello, hacen del recorrido un disfrute que merece la pena tomarse con tiempo, grabarlo en la mente y dar testimonio. 
 
Desgraciadamente, siempre hay gente para todo, y cuando estábamos en pleno éxtasis contemplativo y disfrutando como enanos, nos cruzamos con un grupo de descerebrados conduciendo deportivos de muy alta gama, compitiendo en velocidad, sin importarles los roces y golpes con las ondulaciones de la calzada y, en las curvas, no tenían la más mínima precaución de que otro vehículo pudiera venir en sentido contrario. Iban en plan camicace. Nosotros nos apartamos y esperamos a que pasara esa estruendosa comitiva,  no sin antes acordarnos de sus difuntos más frescos y  las  santísimas madres que los alumbraron.
 
Tras pasar Sao Clemente, llegamos a Loulé, son poco más de las 11:30 horas, y descubrimos una gran ciudad con cerca de 60 mil habitantes. Hoy, además, es sábado por la mañana: el día de mercado, cuando se montan dos mercados; el momento de mayor efervescencia de esta ciudad gracias al desembarco de los productores de pueblos como Querença, Alté o Salir, que exponen las ricas y variadas mercancías de sus huertos, sus talleres artesanales, sus labores... en las calles aledañas del Mercado Municipal bajo luminosos toldos de colores.
 

No sin dificultad, nos hacemos paso y aparcamos nuestras motos junto al Mercado Municipal, ‘A Praça’, como la llaman allí, un llamativo edificio, de los más singulares y emblemáticos de todo el Algarve, con gran influencia de la  arquitectura árabe.


 
Justo entre el mercado y el ayuntamiento -(la Câmara Municipal) y la Torre del Reloj (Torre do Relógio) que en su día formó parte de la muralla de Loulé- nos encontramos una muy veterana Harley, y también muy trillada; más que "rat" desvencijada, pero que llamaba poderosamente la atención... gustaba. En España el colega no pasaría la ITV  ni de coña... al rato pudimos conocer a su simpático y pintoresco dueño mientras saboreaba una "Sagres" en la escalinata de "A Praça"; y sí, iba a juego con la moto...
 

 
En 2008 la Cámara de Loulé recibió el Premio "Cidades" de turismo de Portugal como reconocimiento a la intervención de su Mercado y la zona peatonal que lo envuelve. Y no es para menos. Una visita al Mercado es una de las mejores experiencias para quien visite el Algarve. Una experiencia genuina, única, repleta de sensaciones que no dejan indiferente. 
 
Loulé es una ciudad del interior, de esencia portuguesa, sencillamente hermosa y activa, pero alejada del turismo costero que se espera del Algarve. Sus principales atractivos se localizan muy cerca unos de otros, lo que la hace ideal para recorrerla a pie. Aparte de los edificios mencionados, se recomienda  visitar el barrio antiguo, así como las ruinas de su castillo que actualmente alberga el Museo Municipal y la Capilla de Nossa Senhora da Conceição. 

Después de un rato caminando, y bajo un sol de justicia,  no tuvimos más remedio que tomarnos unas "Sagres" bien heladas, en el "Café Tentaçao" …porque no pudimos resistirnos a esa "tentaçao".

 
Nuestro próximo y penúltimo destino es São Brás de Alportel, para lo  que tendremos que conducir por la N270 durante unos 14 kilómetros, una buena carretera muy transitada y sin nada realmente destacable  que pudiera captar nuestra atención.
 


São Brás de Alportel, tras el bullicio de Loulé, es un pueblecito relajado, tranquilo. Se encuentra enclavado en un valle, rodeado de árboles y, aunque no cuenta con grandes monumentos, sí resulta un lugar muy agradable para pasear entre sus casas  bajas del casco histórico a la que se le se unen los edificios de fachadas ennoblecidas con azulejos, canterías labradas y balcones de hierro, que revelan la opulencia de los industriales del corcho en el pasado.


 
Nosotros accedimos por la Rua Gago Coutinho hacia el sur desde el Largo hasta llegar a la Iglesia Matriz, cuya explanada se encuentra alfombrada por lápidas mortuorias de otros tiempos y desde la que se disfruta de unas excelentes vistas sobre los campos de naranjos y los valles que la rodea. Cerca de la iglesia se encuentra el antiguo palacio episcopal, a cuyos pies surge el Jardim da Verbena.


 
Tras el recorrido por la ciudad, enfilamos nuestras motos en busca de nuestra querida "Estrada N2", a la que le fuimos infieles desde que nos obligaron a abandonarla en el desvío para Loulé.
 
Por un lado, estamos contentos por poder culminar nuestro objetivo; por otro tristes, porque esto llega a su fin. Apenas nos quedan dieciséis kilómetros en línea para alcanzar la rotonda que marca el final oficial de la "estrada", en el punto kilométrico 738 en pleno Faro, junto  al océano Atlántico, con olor a mar, a sal, y bajo un cielo azul en día de calor. Resuena en mi cabeza el poema de José Gorostiza mientras avistamos el mojón kilométrico que indica que estamos a un kilómetro del final.
 
 ¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.

Vamos conduciendo nuestras motos despacito... pero llegamos, era irremediable y teníamos que llegar. Y frente a nosotros aparece nuestra particular bandera a cuadros, nuestra línea de meta en forma de rotonda que corona un pequeño hito blanco, negro y rojo sobre un adoquinado, como el de tantas poblaciones cruzadas a lo largo de nuestra "rota", y que marca la cifra 738 ¡Y que suene para nosotros el tan manido himno "We Are the Champions"! …Porque sí, porque nos da la gana (Queen es inocente).


Hemos llegado a nuestro objetivo, hemos cumplido un sueño... El poeta Bill Copeland dijo una vez: "El problema de no tener un objetivo es que puedes pasar tu vida corriendo por el campo (de fútbol) y nunca anotar un tanto". Nuestro deseo de lograr grandes o pequeñas cosas, comienza solo con un sueño. Los sueños no solo nos dan algo a lo que aspirar, sino que conectan nuestros corazones con la causa, creando la pasión que necesitamos para avanzar, incluso ante la adversidad... Y eso bien lo sabemos los que hemos pasado por situaciones difíciles en nuestra vida.
 




El "timeline", la cronología de Google, nos  marca que llegamos justamente al punto kilométrico final a las 14.01 horas. Tras los abrazos, risotadas y fotos que recordarán este momento, decidimos dar una buena vuelta panorámica por la ciudad y, tras una breve parada necesaria para respirar el mar,  decidimos tomar rumbo hacia el "Moto Clube Faro", el mejor sitio para celebrar nuestra llegada.

 

 


El "Moto Clube de Faro" es un lugar de culto para todo motero que se acerque a esta ciudad. Unas magníficas instalaciones con zona de ocio, restauración, tienda, exposiciones... Impresionante edificio y equipamientos que ya quisieran para sí los de "SAMCRO". Moteros amables, gente simpática que te acoge con los brazos abiertos. 

Tras un par de  birritas y antes de que se nos suba la euforia a la cabeza, es tiempo de dirigirnos a nuestro hotel, Hotel Alnacir, donde dejar las motos a buen recaudo, soltar la balumba y poder disfrutar de la ciudad.

Uno de los primeros lugares a visitar, al igual que hicimos en Chaves en nuestra partida, es la sede del Templo N2 Faro, y dejar constancia de haber terminado la ruta y llevarnos algunos recuerdos para casa.
 

¿Verdadero punto kilométrico final? 
 
El resto del día lo dedicamos a visitar a pie la ciudad. Faro, es la capital del Algarve, que nos recibe en su sala de estar, el Jardín Manuel Bívar, el lugar en el que todo pasa con vistas al puerto de recreo, la ría Formosa y el mar. El Arco da Vila permite acceder a la parte vieja de la ciudad conocida como "vila adentro". En Largo da Sé, destaca la Catedral y cerca se encuentran las dos torres albarranas que protegían el Arco del Reposo.
 

Fuera del perímetro de las murallas hay una ciudad diferente, renovada después del terremoto de 1755, con acaudaladas casas, palacios y el Teatro Lethes.  La peatonal Rua de Santo Antonio, pavimentada con calzada portuguesa, es el eje de la zona más animada, con muchas tiendas y restaurantes. 

Volviendo al Jardín Manuel Bívar, nada como refrescarnos con unas cervecitas mientras descansamos y vemos cómo se va poniendo el sol en una de las terrazas, junto a la ría, en el "Cafe Do Coreto".


Para cenar, en buena compañía, con gran ambiente y buena música, decidimos volver al "Moto Clube de Faro"... de allí, ya saldríamos para descansar a nuestro hotel en taxi 🚕  y a dormir a pierna suelta; como dicen los portugueses "dormir como um santo", porque si no santos sí benditos o bendecidos por la buena estrella y roncando con alegría y sonoridad.



 

DÍA 26 ...Y AL SÉPTIMO DESCANSÓ - Crónica de una vuelta anunciada.

FARO- OLHAO-VILA REAL DE SANTO ANTONIO-(FERRY)-AYAMONTE-ESPARTINAS: Cádiz/Madrid.

Cuando la historia ya ha sido contada y hemos asistido a los avatares sorprendentes que han tenido que superar los personajes para salir victoriosos de su empeño, hay una fórmula muy extendida para cerrar el relato que sitúa a los protagonistas en la posterioridad de la narración: "...y fueron felices y comieron perdices" o aquello de "colorín colorado..."; pero nuestro "cuento" tenía todavía una etapa más: la vuelta. Una vuelta que se podía haber hecho por una vía rápida, pero todavía podíamos alargarla un poquito más, como un anexo que todavía nos retuviera un poco más por estas tierras portuguesas.

De esta manera,  tomamos la carretera N125 dirección Olhao, a unos 10 kilómetros de Faro, para hacer  una breve parada y desayunar en  "Pastelaria O Forno", un buen desayuno al que ya nos tenían acostumbrados nuestros amigos los portugueses pero que cada día presentaba un nuevo formato. Nuestra intención era atravesar el Guadiana por el puente; sin embargo, caímos en la cuenta de que todavía operaba el transbordador y nada sería mejor que poner un broche de oro a nuestro periplo cruzando la frontera por agua.

Seguimos por esta misma carretera, dejando a nuestra derecha el Castelo de Tavira y ya sin pausa hasta Vila Real, donde tuvimos que esperar a que llegara el ferry y poder embarcar nuestras motos. La experiencia altamente aconsejable: unas vistas estupendas y una sensación de bienestar mientras cruzamos el Guadiana camino de Ayamonte; como dicen aquí: "una experiencia que sobrevive al paso del tiempo desde hace años".
 


Una última paradita técnica en Ayamonte para llenar las barriguitas de nuestras motos y para brindar por nuestra suerte en el "Mesón El Choco"; y ya, directamente hasta Espartinas, donde tendremos un almuerzo familiar. Más tarde yo tiraría para Puerto Real y Roberto, mañana, para Madrid 🥲

Y ahora sí, ya ponemos punto final a nuestra ruta portuguesa y, emulando a Saramago en "Viaje a Portugal", también nosotros hemos intentado conocer un país intentando comprender de la manera más exacta posible, su paisaje, su cultura y el pueblo que lo habita. Con un itinerario que, desde Trás-os-Montes hasta el Algarve, cruzando el Alentejo, recorre todo el país descubriendo el auténtico rostro de una tierra inagotable.

Solo queda por decir, aunque esté de más, porque se palpa, que la convivencia durante estos días ha sido genial, y que esperamos se repitan pronto nuevas rutas y podamos seguir contando y sumando historias con nuestras queridas  motos, que dicho sea de paso, se han portado como unas auténticas campeonas.

"VALE"

"Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: ‘No hay nada más que ver’, sabía que no era así. El fin de un viaje es solo el principio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver de día lo que se vio de noche (…). Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino”. 

José Saramago, Viaje a Portugal (1981)


            

        CARIMBAS: 






HOJAS DE RUTA: (Obsérvese el despliegue de tecnología punta utilizada)



Dos días antes de comenzar esta ruta, "La Pinta", la BMW R 1200C,  cumplió sus 21 añitos luciendo así de bien ¡A por otros 21! 
 


"Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vital, nuntia vetustatis”. (De Oratote, Marco Tulio Cicerón).











 

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